Vender un inmueble consume mucho tiempo y dinero, sin mencionar los riesgos que conlleva un error o un descuido durante el cierre. Un propietario que disponga del tiempo y el conocimiento técnico sin duda podrá concretar la venta, pero para hacerlo en menor tiempo y de forma más segura, lo mejor será contratar una inmobiliaria.
EL PRECIO
Cuando un propietario decide hacer la venta directa, ja el precio del inmueble basándose en lo que los demás piden, no en un análisis del mercado o en lo que los compradores están dispuestos a ofrecer. Un precio improvisado o caprichoso conduce al estancamiento y al desperdicio de tiempo y dinero.
LA PROMOCIÓN
Las mejores inmobiliarias promocionan los inmuebles de sus clientes en los diferentes portales digitales, en Google, en redes sociales, a través de mailing y avisos de ventana. Los propietarios, por su parte, usan avisos de ventana sin percatarse del riesgo; afuera hay ladrones que no pierden oportunidad para llamar y pedir cita haciéndose pasar por compradores. Adicional al riesgo, los avisos de ventana están obsoletos, dañan la estética del inmueble y contaminan. Hoy en día los compradores inician su proceso por Internet, no en el carro con la familia como hace 30 años.
LOS PROSPECTOS
Una inmobiliaria tiene la disponibilidad para atender llamadas, Whatsapp´s y correos electrónicos que llegan como resultado de la promoción. Además hacen el seguimiento y presión hasta el agendamiento de la visita para conocer el inmueble. El propietario debe tener la disponibilidad para atender los clientes lo que exige paciencia y tiempo.
LAS VISITAS
Las inmobiliarias desarrollan técnicas persuasivas, elevan el valor percibido del inmueble y cuentan con la fuerza comercial disponible durante todo el dia para mostrarlo. Los propietarios generalmente pueden hacerlo en las noches al volver del trabajo, hora en la que los compradores no están interesados en conocer el inmueble.
LA NEGOCIACIÓN Y LOS TRÁMITES DE CIERRE
Este es el proceso que más exige pericia y conocimiento técnico. Las inmobiliarias cuentan con expertos negociadores que sabrán velar por sus intereses y darle manejo a las ofertas de los compradores. Un propietario corre el riesgo de perder el prospecto en la negociación, o peor aún, vender por debajo de lo que el comprador realmente estaba dispuesto a pagar. Pactadas las condiciones de la venta, empieza la otra mitad del trabajo: el contrato promesa de compraventa, las diligencias notariales, bancarias y tributarias. Una inmobiliaria evacúa todo con solvencia, mientras que una venta directa le obligará a acudir a un amigo abogado para orientarse y a pedir permiso a su jefe para hacer las diligencias.
CONCLUSIÓN
Lo mejor a la hora de comprar y vender una propiedad, siempre será conar la comercialización a una inmobiliaria aliada. La velocidad es importante, y la realidad es que un inmueble se vende mucho más rápido si la infraestructura, tecnología y conocimiento de una inmobiliaria convergen. Ni hablar de la tranquilidad. Eso, no tiene precio.
Cortesía: Eureka Inmobiliaria